Sigo trayendo fragmentos escritos de personas ilustres que han visitado La Orotava y que en su momento fueron publicadas en “Lo que han dicho de ti”. Tal vez parezca que últimamente no estoy sino nutriendo el blog con lo que extraigo de este libro. Yo me entiendo y sé por qué están saliendo en tromba todos estos escritos. Descuide y dispénseme el lector/a si parezco falto de musas para escribir. No es así, sólo que el blog ya está llegando a sus ultimas semanas antes de el parón anual y quiero sacar la mayor cantidad posible de material de este libro y el resto a lo largo del año 2023 si este blog siguiera su singladura.
Hoy traigo al médico italiano Paolo Mategazza que escribió sobre la fisonomía de nuestro pueblo con una muy bella escritura. De esos escritores ante los que servidor siente sana envidia. Conozcamos un poco más a este médico según Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Paolo_Mantegazza
Paolo Mantegazza (Monza, 31 de Octubre de 1831-San Terenzo, 28 de Agosto de 1910) fue un médico, neurólogo, fisiólogo y antropólogo italiano, notable por haber aislado la cocaína de la coca, que utilizó en numerosos experimentos, investigando sus efectos anestésicos en humanos. También es conocido como escritor de ficción.
Se lo considera el fundador de la ciencia antropológica italiana. En 1854 viajó a Sudamérica y se radicó en la provincia de Salta, en la Argentina en donde vivió varios años yendo y viniendo permanentemente desde su patria natal. Su primera esposa, Jacoba Tejada, con quien convivió 34 años fue una argentina de una familia tradicional salteña.
Llegó al puerto de Buenos Aires a bordo del barco Camila muy poco después de recibirse de médico. Allí escribió valiosas observaciones publicadas en sus «Cartas médicas» y en su libro «Viajes por el Río de la Plata y el interior de la Confederación Argentina» sobre la flora, la fauna y las costumbres argentinas.
En 1857 fue contratado por la Facultad de Matemáticas de Buenos Aires para dictar la cátedra de Historia natural, pero al año siguiente volvió a Italia.
En Florencia fundó la primera cátedra italiana de antropología, un archivo, una Sociedad de Antropología y un Museo de Antropología. Luego vivió un tiempo en Milán.
Fue contratado por la Facultad de Medicina de Pavia para dictar la cátedra de Patología general.
Enviudó a los 60 años y volvió a casarse con la condesa María Fatoni.
No es muy extensa su biografía, pero no nos cabe duda de que fue una eminencia en su campo y un hombre de unas inquietudes culturales bastante loables. Para los puristas decir que la cocaína fue utilizada durante años para fines médicos en el campo de la anestesia. En la misma España fue legal hasta el año 1973 con prescripción médica año que la OMS desaconsejó su uso para tales fines. Se habla mucho de la morfina en medicina y poco de la cocaína. Esta última caída en desgracia por la tristeza de la drogadicción. Y recuerden siempre. La droga NO es la solución.
Insertado este pequeño dato histórico pasemos a leer el texto que atañe a nuestro pueblo:
«Pero estamos en aquel paraíso que se llama Villa de La Orotava, favorecido por uno de los cielos más azules, embellecido por una de las más alegres sonrisas de la Naturaleza. Por la fascinación que este país ejerce sobre el viajero parece la obra de un oculto nigromante. Yo no he encontrado allí las mágicas florestas del Brasil, ni el griego perfil de las montañas de Río de Janeiro; yo no he visto allí bramar los torrentes atravesando montañas de granito coronada por los pinos, ni he remado sobre la onda azul de los lagos, ni he jugueteado en el ondulado y perfumado verdor del prado sin fin; y, sin embargo, recuerdo a La Orotava como un paraíso terrestre, donde se podría vivir y morir sin desear otra cosa mejor. La razón de este misterio fascinador será descubierta quizás más adelante cuando hable del clima de este país. Yo creo que en muchas escenas de la naturaleza existen ciertas bellezas, modestas y oscuras que no saltan a la vista de todos ni reclaman imperiosamente la admiración, ni sorprenden los sentidos; pero lentamente van enamorándonos hasta cautivarnos con segura victoria. Es lo mismo que sucede con algunas fisonomías, que sin tener la clásica perfección de las líneas, saben, sin embargo inspirar las más tenaces y profundas pasiones. El vago contraste de las medias tintas, cierta monotonía de los prados y de los campos aquí y allí interrumpidos por una roca enverdecida por los líquenes, y el mar apacible, gracioso y casi semejante a un lago, por la montaña que ,lo abraza en su seno, y los grupos de arboles casi olvidados en medio de los campos cultivados, y la Villa esparcida en un desorden que es todo belleza; y en fin, un mundo de formas bosquejadas, de pensamientos señalados pero no revelados, casi el bosquejo de una obra sublime que la irresistible mano del genio dejó incompleta entreteniendo los sentidos sin cansarlos, acariciando la fantasía sin humillarla, teniendo suspensos los sentidos de una vaga contemplación que puede repetirse todos los días sin llegar nunca al fastidio. Ante esta perfección quedamos absortos y la mente no puede hacer otra cosa que admirarse; y nuestro amor propio queda casi confuso. Ante aquel hermoso boceto de nuestra imaginación toma parte muy viva en el cuadro y lo corrige y lo completa a su modo y voluptuosamente se encariña con la naturaleza, como si quisiera robar un rayo de la soberana voluntad del Creador. Así es el Valle de La Orotava…
Apenas entramos en la única posada decente de la Villa, algunas de las principales familias nos invitaron a visitar sus jardines, ofreciéndonos sus servicios para todo aquello que nosotros quisiéramos. Y nosotros no llevábamos ninguna carta de recomendación a La Orotava donde residen las familias más nobles de la Isla de Tenerife. Seguramente que en pocos países del mundo he encontrado una hospitalidad tan caballerosa como en Tenerife…
Todos son propietarios nobles y ricos; parecen todos felices. No se sabe dónde concluye la naturaleza y empieza la obra del hombre; las plantas, los jardines forman una alegre corona que rodea las casas y estas parecen construidas solamente para embellecer el paisaje.
En muchos puntos no se encuentra la clásica arquitecturas de las casas: iglesias y huertos se mezclan y confunden en medio de aquella eterna primavera…»
1 Paolo Mantegazza, fragmento de Río de la Plata y Tenerife, traducción de E. Rodríguez Núñez, Diario de Tenerife, 01 de Septiembre de 1887, pp. 2 y ss.
2 Fragmento extraído de “Lo que han dicho de ti”, Víctor Rodríguez Jiménez, 2006.
¿Y qué puedo yo decir antes estas elevadas palabras que forman tan bella descripción de La Orotava? Fraccionar el texto en comentarios me parece que estoy pecando en una blasfemia literaria. Aún así dejaré mi insulsa impronta comentado algunos pasajes.
«… Yo creo que en muchas escenas de la naturaleza existen ciertas bellezas, modestas y oscuras que no saltan a la vista de todos ni reclaman imperiosamente la admiración, ni sorprenden los sentidos; pero lentamente van enamorándonos hasta cautivarnos con segura victoria. Es lo mismo que sucede con algunas fisonomías, que sin tener la clásica perfección de las líneas, saben, sin embargo inspirar las más tenaces y profundas pasiones…»
Esta bellísima conjunción de letras hay que enmarcarlas. Creo que el autor, pese a ser foráneo, supo captar la esencia invisible del entorno. Aunque yo no sé ver lo intangible ni escuchar en los sonidos del silencio me siento muy identificado con lo escrito por Paolo Mantegazza. NO puedo, ni sé desarrollar más esta sensación de plena identificación al carecer por mi parte de palabras para tan excelsa sensación.
«… y la Villa esparcida en un desorden que es todo belleza; y en fin, un mundo de formas bosquejadas, de pensamientos señalados pero no revelados, casi el bosquejo de una obra sublime que la irresistible mano del genio dejó incompleta entreteniendo los sentidos sin cansarlos, acariciando la fantasía sin humillarla, teniendo suspensos los sentidos de una vaga contemplación que puede repetirse todos los días sin llegar nunca al fastidio…»
Ahí Mategazza redacta otra gran verdad. La Villa es un bello desorden. Desde los momentos fundacionales, arquitectónicamente no fue un lugar ordenado. Al contario, hubo serios problemas que llevaron hasta que tuviera que intervenir directamente el rey Fernando el católico. Pero sí es verdad que ese ordenado desorden en armonía le dio a este pueblo un encanto especial en esa perfecta simbiosis que aquí se creó entre Naturaleza-Hombre.
Igualmente habla de que el genio (naturaleza) la dejó incompleta. Otra gran verdad. No es una eclosión de la más sublime belleza planetaria, pues hay de algo que carece como son ríos. Yo he conocido mucha gente que ha venido aquí de vacaciones o a residir y siempre me comentan lo mismo: al valle de La Orotava sólo le falta un río. Obviamente las condiciones climáticas y orográficas no permitirían la existencia de un río con un caudal consistente y continuo. Nuestros ríos van bajo esta piel volcánica donde se da un agua de gran calidad fruto de años filtrándose a través de roca volcánica. Pero aún así, esta belleza cromática es imposible dejarla de admirar en el más bonito de los embelesamientos.
«… Ante aquel hermoso boceto de nuestra imaginación toma parte muy viva en el cuadro y lo corrige y lo completa a su modo y voluptuosamente se encariña con la naturaleza, como si quisiera robar un rayo de la soberana voluntad del Creador. Así es el Valle de La Orotava…»
Esta es una idea muy recurrida de infinidad de escritores sobre este Valle. El ser alegórico de aquel lugar donde habitaban los dioses y los justos en perpetua felicidad. Aquel Jardín de las Hespéridas situado en la isla de los Bienaventurados como se dice en el Mito. Ya he escrito otras veces que ese lugar no puede ser este Valle, sigo sosteniendo que este era un Archipiélago adyacente y perteneciente al continente Atlante donde vivieron la Tercera y Cuarta Raza, aunque La Orotava está plenamente legitimada para arrogarse tal Mito y su simbología. Como concepto romántico y literario es maravilloso. Siempre lo digo: Platón y yo hubiéramos sido amigos.
Los que conocimos La Orotava del siglo XX aún pudimos observar en ella muchas de las cosas aquí descritas. Imagínense ustedes ese éxtasis emocional al ver aquella Orotava de siglos pretéritos. Y mejor ni pensar aquella que vieron los primeros castellanos donde según las crónicas lo que hoy es centro urbano de la Villa era en aquel momento bosque. ¿Cómo no voy yo a sentir sana envidia de tan paradisiacas visiones?
«… algunas de las principales familias nos invitaron a visitar sus jardines, ofreciéndonos sus servicios para todo aquello que nosotros quisiéramos. Y nosotros no llevábamos ninguna carta de recomendación a La Orotava donde residen las familias más nobles de la Isla de Tenerife. Seguramente que en pocos países del mundo he encontrado una hospitalidad tan caballerosa como en Tenerife…»
Esto no lo iba ni a trascribir. Pero luego decidí hacerlo pues en anteriores escritos ya he tocado el tema. En La Orotava añeja (Casco), no gustan las visitas si previamente no se es invitado por el dueño de la morada. Si Mantegazza hubiera venido con cartas de recomendación, o él mismo hubiera pedido una visita, posiblemente no hubiera visto ni el pétalo de una flor de esos jardines a los cuales elogia. En esta zona de La Orotava nos gusta la intimidad del hogar frente al intrusismo externo. Si no se han dado cuenta, y si no yo lo digo, cuando van transitando por el Casco habrán observado que las casas, en su mayoría, están cerradas a cal y canto. Como si estuvieran deshabitadas. Pero no es así. Bulle la vida en ellas. Pero en el interior de cara al interior. No hay cosa más fea que una visita. Ni siquiera los zaguanes se abren ya. Y visto lo que hay, sobre todo tras la desescalada, los zaguanes habría que convertirlos en bunkers (opinión esta totalmente personal). Ahora, si usted quiere abrir las puertas de su casa hágalo. Es su propiedad y no la mía.
Esta es mi referencia sobre Paolo Mantegazza y su periplo por La Orotava. Ha sido un escrito extenso, pero por sólo leer tan grandiosas palabras ha valido la pena redactarlo.
Saludos.
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Primera edición del texto: Enero de 2022.
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