«Orotava. Es lugar de mil vecinos, es terrible sitio de áspero, pero melancólico, y los más días de verano encapotado; hay gente principal, bien ceremoniática de puro cortesana: tiene grandes haciendas de viñas, y todo lo más de dos leguas de allí alrededor. Vienen ingleses si hay paz, a llevarlo en mosto. Y hay una hacienda cerca del lugar que llaman el “Dirazno”, de donde cuando había amistad, llevaban pipas muy cerradas para la mesa del rey de Inglaterra: son los más vinos dulces, vendimian despacio, y aún dos veces, poco a poco lo más maduro: tienen su cosecha de pan por los altos, pero si no hay saca de vino, todo va perdido. Tenia el lugar dos escribanos públicos… y allí cerca del lugar, que llaman Puerto de la Orotava, que es el embarcadero de los vinos de aquella parte… Médico tienen, sino que la mitad del tempo se va a otras partes a visitar. No es lugar de buenas aguas, ni tiene salidas: no es bueno para vivir, porque sobre todo es caro, y no lo hay: de frutas abundantes, y de buenas cosechas hay falta. Vive allí el Alférez Mayor, y hay cuatro Regidores.»
Sinodales del obispo Cámara y Murga, 1629, en Dacio V. Darías y Padrón y otros, Historia de la religión en Canarias, Santa Cruz de Tenerife, edit. Cervantes, 1957, p. 95 y ss.
Sigo trayendo al blog personajes aparecidos en el fabuloso libro “Lo que han dicho de ti” y hoy le tocó el turno al obispo Cristóbal de la Cámara y Murga.
Nacido el 15 de Noviembre de 1571 en Arceniega (Álava), partido judicial de Amurrio y provincia de Álava, entonces perteneciente al Arzobispado de Burgos. Era hijo de Don Lope Ruíz de la Cámara y de Doña Mencía de Murga, perteneciente ésta a una de las principales familias alavesas.
Al ser nombrado obispo tenía 57 años. Sus primeros estudios de gramática los realizó con los Jesuitas. En 1587 estudia teología en Alcalá. Continuó los estudios en Sigüenza y el Mayor de Oviedo en Salamanca. Catedrático de esta Universidad, fue sucesivamente Magistral de Badajoz el 30 de Abril de 1603, de Murcia el 24 de Noviembre de 1606 y de Toledo el 29 de Abril de 1617.
En
la portada de sus Sinodales firma como magistral sucesivamente de
estas tres Iglesias y como Obispo de Canarias.
Fue propuesto para Obispo de
Canarias por Felipe
IV el 22 de
Marzo de 1627.
Don
Cristóbal lo comunica al Cabildo y
le manifiesta su ofrecimiento y disponibilidad el
29 de Marzo.
Lo mismo vuelve
a hacer el 23 de Mayo
avisando que
dentro de
cuatro días partiría para Madrid.
El
Papa Urbano
VIII lo nombró Obispo de
Canarias el 15 de
Noviembre de
aquel año. Las Bulas llegaron a la Corte el 18
de Enero de
1628. Fue consagrado el 23 de Enero de aquel año
en la Iglesia del
Colegio de doña María de Aragón de la Orden de los Agustinos en Madrid
por el
Cardenal de Toledo don Antonio de
Zapata, asistido
de los obispos de Ugento
(Italia) y de Tuy.
Este era
Fray Pedro de Herrera que había sido Obispo de Canarias.
Salió de Cádiz el 8 de Mayo llegando a Canaria el 18 siendo recibido por su Iglesia y Ciudad. El mismo día tomó posesión por él el prior de esta Iglesia don Gabriel Martínez. Trajo consigo a su provisor el Dr. Don Luis de Toral y a su visitador el Ldo. don Diego Vélez de Matamala.
Visitó todas las iglesias y ermitas de su Diócesis.
Entre sus trabajos en esta Diócesis destacan “Las Constituciones sinodales” que están consideradas como la piedra angular del derecho canónico del siglo XVII en Canarias. Igualmente, en esta obra se pone de relieve la unión a la doctrina religiosa y pastoral junto a la historia demográfica, económica, social y eclesiástica. Esto conllevó que ni el autor ni la obra gozaran de la aceptación unánime de clero, poderes civiles y la feligresía. Esta es una historia muy larga de tensiones y discrepancias que si quieren leerla les facilito el siguiente enlace: http://www.elmuseocanario.com/images/documentospdf/boletines/Noticias%20El%20Museo%20Canario%2016.pdf
Aún así, tras su aprobación en el
sínodo convocado un año después de su llegada, Las Constituciones sinodales ven
la luz en el año 1631.
Ocupó la diócesis de Canarias en el año 1628 hasta 1635 donde fue destinado a la silla de obispo en Salamanca hasta su fallecimiento el 29 de Abril de 1647 en la propia ciudad salmantina recibiendo sepultura en el Santuario de Nuestra Señora de la Encina. Templo gótico-renacentista del siglo XV enclavado en el municipio de nacimiento de dicho obispo.
Creo que este breve resumen nos es suficiente para poner en contexto al personaje en cuestión. Como siempre lo que haré será desglosar sus palabras y darles mi visión de la misma.
«Orotava. Es lugar de mil vecinos, es terrible sitio de áspero, pero melancólico, y los más días de verano encapotado…»
Oiga lo de encapotado se lo admito por lo de la panza de burro, pero ¿áspero? No me parece La Orotava, sobre todo el Centro un lugar áspero. Lo achaco a que este señor venía de ciudades mas cómodas en su orografía y al llegar a las pinas calles villeras el tema no le gustó.
«…tiene grandes haciendas de viñas, y todo lo más de dos leguas de allí alrededor. Vienen ingleses si hay paz, a llevarlo en mosto. Y hay una hacienda cerca del lugar que llaman el “Dirazno”, de donde cuando había amistad, llevaban pipas muy cerradas para la mesa del rey de Inglaterra…»
Este fue uno de los primeros baluartes económicos de La Orotava y Canarias. Los caldos que aquí se producían eran de una calidad exquisita de renombrada fama en Inglaterra. Pero a los hijos de Albión les gustaba guerrear contra España y anhelar Canarias y aquel comercio se vino abajo. Estalló la burbuja vinícola dirían hoy en día. Ahí se perdió un mercado muy beneficioso que en aquella centurias decimosexta y decimoséptima daba de comer a mucha gente.
Se conoce por el texto que el punto neurálgico de la logística para embarcar este producto en el puerto era alguna finca en el Durazno. Desconozco su lugar exacto.
Afortunadamente La Orotava a día de hoy sigue conservando viñedos y nuestros vinos tienen un gran reconocimiento fuera de nuestras fronteras con varias bodegas punteras. Hemos sabido acertadamente mantener ese cultivo, pese a las vicisitudes a lo largo de los siglos del poder exportarlo o no dentro del país y a potencias extranjeras.
«…No es lugar de buenas aguas, ni tiene salidas: no es bueno para vivir, porque sobre todo es caro, y no lo hay…»
Esta es la parte que más me gusta porque lo vio venir.
Pero por segunda vez no le admito que me diga que La Orotava es lugar de malas aguas. Ya quisieran la mitad de los municipios de España tener la calidad de agua que nosotros tenemos. La mejor agua de Canarias filtrada durante siglos por roca volcánica. Mejórame eso Cristóbal.
Igualmente, este señor afirma que no es lugar bueno para vivir porque es caro. Aquí sí que fue un visionario. Han pasado los siglos y sigue siendo caro para vivir. Y esto no lo digo yo, sino es opinión generalizada (aunque se corre el riesgo de que se queden todos callados/as y digan luego que no dijeron nada). Ahora me dirán que si este escrito lo puse aposta en plena campaña de recaudación de impuestos. No. Simplemente voy sacando los escritos con cierto orden cronológico. Y repito, La Orotava es cara para vivir. Pero que sea mal lugar para vivir eso es harina de otro costal…
Cristóbal supérame también eso, porque los escritos históricos llegados hasta nuestros días no dicen precisamente ante tan adversos hechos. Al contrario, alaban la enorme calidad de vida. Es una pena que haya tantos siglos de diferencia entre lo que él opinaba y mi opinión, pues no puedo contrastar los hechos. Pero creo que uno de los puntos fuertes de La Orotava históricamente ha sido la gran calidad de vida que gozamos sus habitantes.
Sinceramente creo que al obispo Cámara y Murga, por razones que desconocemos, no le gustó las Villa. Tampoco tenía por qué gustarle, pues su sede episcopal, y por tanto sus intereses, los tenía en La Laguna. Y si encima las crónicas nos dicen que este señor se granjeó muchas antipatías debido a su Sínodo y Constituciones pues intuyo que en La Orotava tuviera cierta resistencia a los mismos. Pero he elegido traerlo a colación por las ideas chocantes que tenemos en una lectura de un mismo lugar y separada por siglos. Al menos tuvo la honradez de decir que no tenía recursos para vivir aquí por su carestía. Los curas siempre han sido llorones para dinero.
En fin, quede aquí su testimonio y mi opinión al respecto.
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Fuentes consultadas:
Archivo de la Catedral de Toledo 7-127.
Libro de recepciones.
file:///C:/Users/Usuario/Downloads/159301.pdf (enlace externo).
Museo canario:
http://www.elmuseocanario.com/images/documentospdf/boletines/Noticias%20El%20Museo%20Canario%2016.pdf